Friday, January 06, 2006

En el desierto de la Tatacoa.1

En la plaza central de Villavieja ante la réplica de un Megaterium, miembro de la familia de los actuales perezosos.

Padre e hijo a la entrada del desierto.
Una aspirante al Oceáno del Amor.

Luis Gerardo sentado en el cuello de un labradorlito, formación de piedra tallada por la acción de los elementos naturales y que semeja la cara de un perro labrador, que vigila la inmensidad del desierto.
José Romario, un hijo del desierto y administrador del oasis.

La vida en el desierto reverbera a través de un nacimiento de agua.

Un estoraque que sirve de testigo de la acción de la erosión en el sitio los Hoyos, en donde encontramos un sinnúmero de misteriosos laberintos de color grisáceo.

Ya en el atardecer y al final de recorrido por el sector Los Laberintos, encontramos un oasis en donde se presupone que el turista puede tomar un baño en el Desierto de la Tatacoa.

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